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Papa Noel vino en moto

Los que siguen este blog ya deben haber leĂ­do la historia del nacimiento de mi hija y cĂ³mo Ă©ste fue un verdadero regalo de Papa Noel (los que no, pueden leerlo aquĂ­).

Como quien realiza una peregrinaciĂ³n a un lugar sagrado pasando caminos tortuosos y cumbres nevadas o como quien cumple un voto mĂ­stico absurdo y doloroso, todos los años me transformo nuevamente en el antaño sĂ­mbolo mĂ¡s odiado de mis navidades.

Aquel Ă­cono gringo, que siempre detestĂ© por ser quien promoviera el consumo enfermizo (American Lifestyle) bajo el pretexto de una celebraciĂ³n pseudoreligiosa, se apodera de mĂ­ los 24 de diciembre desde hace 5 años. Todos los años desde aquĂ©l en el que me enfundĂ© el traje por primera vez para cumplir mis deberes de padre responsable.

Como cada diciembre el traje me esperaba, inmenso y limpio, en el pequeño cuartito de la casa materna, antes mi cuarto hoy depĂ³sito de recuerdos desmemoriados. Mi madre, muda cĂ³mplice de mi castigo, lo tenĂ­a limpio y colgado en uno de los closets, oculto de la mirada curiosa y omnipresente de Mariafernanda.

Mientras me colocaba el relleno (y me preguntaba si en realidad lo necesitaba) recordé cada año, de los cuatro que tiene mi hija, en los que Papa Noel vino a entregarle su regalo.


Franz me ayudaba con el maquillaje mientras que yo, ya en el sauna del relleno, me forraba con el saco rojo, los pantalones, las botas y la correa de charol. Me coloqué la peluca, la barba, lentes y el gorrito bendito... listo: preparado para la nieve del Polo Norte en pleno verano tropical.

Mafe dormĂ­a, asĂ­ que me asomĂ© por la ventana y pedĂ­ que mi mamĂ¡ y Franz la despertaran:

- Mafe, Mafe... ¡mira llegĂ³ PapĂ¡ Noel!


La rocotita se despertĂ³ y, medio somnolienta, mirĂ³ hacia la ventana. Me vio y sonriĂ³ como quien todavĂ­a estĂ¡ en algĂºn sueño. Me invitĂ³ a pasar, feliz...

Para una persona a la cual la Navidad no tiene ningĂºn sentido (ni histĂ³rico, ni emocional), que detesta la propaganda y estilo de vida gringo, es sumamente incĂ³moda la situaciĂ³n de verse convertido en el sumum del consumismo navideño.

Aunque suene a frase de CorĂ­n Tellado debo confesar, sin embargo, que lo Ăºnico que le da sentido a mis diciembres (por no decir mis navidades) es el instante en el que me enfundo ese antiguo traje y me convierto en aquel viejo que tal vez alguna vez no necesite maquillarse de arrugas y canas.


Papa Noel se despide de su hija mientras disfruta el brillo de sus ojos y se pregunta si los suyos lo delatarĂ¡n. Mientras ella guarda emocionada sus regalos, Ă©l aprovecha y prepara su mĂ¡gica desapariciĂ³n hasta la prĂ³xima navidad: mientras sube a la moto piensa en cuĂ¡ntos años mĂ¡s podrĂ¡ hacer creer a Mafe en este cuento que, de tanto contarse, ya parece verdad.

http://photos1.blogger.com/blogger/5892/901/1600/papanoel.jpg

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6 comentarios

Rain (Virginia M.T.) dijo...

De lejos Papa Boel, dejĂ³ su trineo y vino en moto, para la pequeña Mafe.

Pocas veces un padre, puede ser tan enternecedor y hacer por los hijos, lo que sea, para hacerlos felices.
(Desafiando el sopor veraniego...)

Gran salute y un abraxo en este 2007 que ha comenzado.

darling dijo...

Qué bonito Lobo :)

Angel Castillo FernĂ¡ndez dijo...

Maeeeeeeeestroooooooo!!!!!!!!!!!!

Acitsonga dijo...

Sencillamente enternecedor...

AnĂ³nimo dijo...

Lindo..Migue..muy lindo..digno hijo de mi tierna hermanita que nos inventaba historias de duendes y bubus cuando eramos niñas..un beso para ti y tu famlia

AnĂ³nimo dijo...

Te felicito lobo, has encontrado el verdadero significado de la Navidad: Dar amor y ser feliz haciendo felices a quienes amas.

contra eso, nada pueden ni los costumbrismos caducos ni el mercantilismo y la aculturacion gringa.

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